12 Valientes de Nicolai Fuglsig
Cuando vemos una película de guerra nos exponemos a dos
cosas: patriotismo y testosterona. En ocasiones, el fallo no está en la
película, está en la audiencia, que espera ver algo diferente. Lo cierto es que
si hablamos de guerra lo único que importa es hablar de la misma guerra y de
retratarla como lo que es: una puñetera guerra. Y en una guerra hay historias
de valientes y de cobardes. Y con ello no digo que ambas cosas sean buenas o
malas. La historia, para bien o para mal, se escribe en este sentido.
Esta historia, como bien indica el título es una historia de
valientes, de 12 valientes. Si, con todo el artificio de Hollywood. Si, con
todo el patriotismo de Hollywood. Si, con toda la testosterona de Hollywood. Y
si, con el vigésimo intento de Elsa Pataky de jugar a ser actriz.
Pero no lo olvidemos, la realidad siempre supera a la
ficción, y la ficción no es más que la caricatura de lo que ocurrió a finales
de 2001 en el norte de Afganistán. Imaginad, facciones por doquier, intereses
por doquier, muertes a miles... y entonces llega el tío Sam. Cierto es que con
mucho artificio y mucha aura conspirativa a su alrededor (bombas de destrucción
masiva y etc.). Pero el tío Sam llega y la guerra comienza, con 12 valientes en
una misión suicida que bien hubieran planteado los espartanos.
Épico. Es cierto que Hollywood lo arma de una gran pompa.
Pero, ¿no es la épica y la gloria lo que construye a las naciones? Es cierto,
la película se aleja del canon actual más humano y personal, que no dudo que
sea interesante y en ocasiones muy consumible (véase La delgada línea roja,
entre otras), pero cuando uno va a ver una película de guerra lo que quiere ver
es un infierno de balas y de sensaciones contrapuestas. Y si encima hay una
historia por detrás con tintas épicos. El director asegura y triunfa.
En cuanto a los actores, tenemos al Cid Campeador de nuestro
tiempo, también llamado Thor o Chris Hemsworth, su pseudónimo. Un tipo que ha
nacido para encarnar a todo tipo de héroes impertérritos y perfectos. Aunque
está claro que el aura de Thor es muy difícil que se la quite. Los demás no
pasan de meros secundarios, muy secundarios.
La guerra ha evolucionado mucho desde que peleábamos con
piedras. Todo es diferente, los métodos y la estrategia. Pero lo que no cambia
es su sentido. Defender a los tuyos y a una patria, con la vida si hace falta.
¿Tiene sentido? Esa es la cuestión.
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